miércoles, 9 de octubre de 2013

''CH''

No se trata de escucharme- le dije- se trata de clavarte dentro de mi cabeza y lograr entender. Sentir cada una de mis palabras interiores. Conviértete en mi ego y en mis dudas y comprende que no puedo estar segura de nada. Mira a tu alrededor… ¿Esto es una ficción? Tengo miedo, pavor, horror y lo único que se te ocurre tirarme a la cara es un simple: Te escucho.

Aquí es cuando él me miró. ¿Y tú? Empecé a gritarle. ¿Qué?

Que  se fuera, que abriera la puerta que nos separaba de la burbuja insonorizada y que no volviera. Dentro de mí ya no quedaba  poesía ni ganas de abrazos, sólo esperaba un portazo, un golpe, un ruido y un gruñido de rabia.

¿Y no lo volviste a ver más? ¿Sabes? Dime.

Que ni pude, porque lo odié en el mismo instante en que pronunció el latido de la ‘’ch’’  . ¿De qué me servía que me escuchara? Estaba descuidada en cualquier pozo sombrío, donde ni el eco se atrevía a saludarme.

¿Es una historia de amor, abuela?

No, es una historia de necesidad y de anhelo. Es la leyenda del recibir algo a cambio de la vida frecuentada por la poca luz, por la carente gula, por el reducido aire respirado. Exacto, me ahogaba y él me escuchaba. En ese momento quería una bocanada de algo que llenara mis pulmones y las palabras sólo me confesaban que realmente ahí no había nadie. Que ese señor con barba que se dispuso a estrechar mi compañía sólo acrecentó mi sed de ser alguien más.

¿Alguien más? ¿Quién?

No lo sé, no puedo saberlo. De todas maneras, nunca sabría hacerlo.

¿El qué?


Entender que ese hombre nunca vino, que este pozo es profundo y que la oscuridad se mete incluso debajo de mi ropa interior. Que tus preguntas son mis preguntas, que formas parte del rechazo de querer aceptar que estoy sola. Completamente solita…