viernes, 29 de agosto de 2014

MUJER PERENNE


·En octubre me gusta hojear los libros. No los leo, simplemente juego con los dedos creando remolinos con las páginas. Intento mezclar los números de la parte inferior e imaginar títulos para cada uno de los capítulos.


· En enero prefiero memorizar las tapas de los libros. Las estampaciones, las letras grabadas y la textura del polvo. Digamos que las congelo en mi memoria como obras de arte en miniatura.


· En abril entro cada mañana a mi librería. Bien temprano, dejando que el sol me descubra como la primera mujer plantada en la Tierra. -Soy Eva- pienso, me miro el ombligo para deshacer esta idea y me pongo manos a la obra.
Cojo una a una todas las novelas escritas por personas ya difuntas. Las abro y las dispongo aleatoriamente por todo el piso. Libros abiertos se convierten en flores, y hago entrar a la primavera. También descubro un cementerio donde no dejo enterrar a los artistas que alguna vez fueron o que alguna vez escribieron.


· En diciembre envuelvo con papel estampado miles de cajas rectangulares. A veces las relleno de papel higiénico o algodón mojado para no desvelar la ligereza propia de una caja vacía. Ojalá en los films utilizaran mi técnica, estoy harta de ver maletas huecas en manos de personajes que no tienen ni la decencia de guardar en ellas su credibilidad. Volviendo a las cajas… después de envolverlas y decorarlas con lazos de papel sedoso, las regalo. Hago creer a la gente que son libros, novelas, biblias y demás. Cuando las personas reciben textos, enciclopedias, volúmenes, libros en general, se sienten inteligentes y me gusta aumentar niveles intelectuales ficticios. Ficticios.



·Acaba el año y me doy cuenta que no he leído ni una sola línea. Posiblemente lo único que me pasa es que no sepa leer. 

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